sábado, 27 de abril de 2013

Literatura: "De qué hablo cuando hablo de correr - Haruki Murakami"


Domingo, 14 de agosto.

 Por la mañana, corro una hora y cuarto mientras escucho en el minidisc música de Carla Thomas y Otis Redding. Por la tarde nado mil trescientos metros en la piscina del gimnasio y, al anochecer, me voy a la playa. Después, en el restaurante Dolphin, que está a la entrada de la ciudad de Hanalei, me tomo una cerveza y como pescado. Un pescado blanco que se llama walu. Me lo preparan a la brasa y le pongo salsa de soja. La guarnición es kebab vegetal. Me traen también una ensalada grande.

Desde comienzos de agosto hasta hoy, he corrido ciento cincuenta kilómetros justos.




En la producción literaria de Murakami hay obras para todos los gustos. Desde la nostalgia de Tokio Blues hasta la sobriedad de Kafka en la orilla, el autor japonés ha hilvanado una variedad significativa de trabajos en los que  muestra su personalidad.

Así ocurre en De qué hablo cuando hablo de correr, novela en la que reflexiona sobre su afición al deporte y la influencia que supone en su estilo literario y su forma de vida. De este modo, Murakami explica las causas de su inicio en las largas distancias y describe algunos momentos de su experiencia deportiva aportando documentos gráficos que completan el relato.

Se trata de una novela situada entre la biografía y el ensayo que utiliza un sutil sentido del humor para empatizar con el lector y saltos en el tiempo para agilizar el progreso del relato.

Triatlón, maratón y hasta ultramaratón. Uno de los atractivos de la historia radica en los lugares en los que ha corrido. Tanto es que el lector puede intuir las sensaciones y sentimientos que experimentó el japonés en sus carreras, desde su primera maratón en la ciudad de Maratón (Grecia) hasta la ultramaratón de 100 kilómetros en el lago Saroma (Japón). Expone sus reflexiones a modo de diario, repasando algunos detalles como las pulsaciones cardíacas y las condiciones atmosféricas, factores que influyen al corredor y trata de traspasar al gran público.

Aunque el estilo continúa con la tendencia naturalista y la prosa relajada que le caraterizan, en esta ocasión se aleja del sentimentalismo que impregna las demás novelas de su trayectoria para potenciar la íntima relación que convive en su día a día entre correr y escribir. Insiste en su interpretación personal del deporte, anclando su práctica en la necesidad de alejarse de la mesa de trabajo y acercarse a un entorno natural.
Durante esta travesía también hace especial hincapié Murakami en la abundante música que le acompaña. Sin ir más lejos, cita a grupos de la talla de Red Hot Chili Peppers, Creedence Clearwater Revival, Gorillaz o los Beach Boys. También artistas como Carla Thomas y Otto Redding, Rolling Stones y Eric Clapton.

Tiende a relacionar el proceso de escritura con la tarea literaria y enumera facultades como la concentración y la constancia, la capacidad de priorizar ciertos elementos y el talento. Como todo corredor, recuerda etapas en las que se ha apartado del running, altibajos que consigue salvar con tenacidad y esfuerzo.

Probablemente el carácter solitario y persistente del escritor asiático sea uno de los motivos que le ha permitido aunar deporte y literatura, más aún analizando sus entrenamientos - que suelen establecerse entorno a los 300 kilómetros mensuales- y su rutina diaria. El contacto con la naturaleza, el espíritu de superación y la necesidad de formar un espacio para reflexionar son conceptos que se juntan en De qué hablo cuando hablo de correr para transportar al lector el universo de las distancias largas.

Haruki Murakami durante la maratón de Atenas (www.elmundo.es)









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